Carta a una joven que duda de su vocación

por | May 31, 2025 | México | 1 Comentario

Querida joven en camino:

No sé tu nombre, ni tu rostro, pero te escribo desde un lugar que conozco bien: ese terreno sagrado donde nacen las dudas y los anhelos más profundos del corazón. Me imagino que estás ahí, sentada quizás con el alma inquieta, con mil preguntas sin respuesta y el corazón dividido entre lo que te atrae y lo que te asusta.

Déjame decirte algo con suavidad, pero con firmeza: dudar no es un signo de debilidad; es un signo de búsqueda. Solo quien se toma en serio su vida y sus decisiones se atreve a preguntarse si va por el camino correcto. Así que no temas a tus dudas; abrázalas, míralas de frente, y deja que te enseñen lo que necesitas comprender.

Dudar de la vocación no significa que no la tengas. A veces, lo que ocurre es que el ruido del mundo, las expectativas ajenas o el miedo al futuro nos impiden escuchar esa voz pequeña, esa voz que es como un susurro, pero persistente que Dios pone en nuestro interior. Esa voz que no grita, que no presiona, pero que con ternura nos dice: “Ven, sígueme”.

Tal vez te preguntas si serás capaz, si sabrás vivir entregada, si no te estarás equivocando. ¿Sabes? Todos los llamados comienzan con cierto temor. Ningún profeta respondió con seguridad inmediata. María misma preguntó: “¿Cómo será esto?”. Y sin tener todas las respuestas, dijo: “Hágase”. La vocación no se vive desde la certeza absoluta, sino desde la confianza en Aquel que llama.

Quizá te sientes atraída por la vida consagrada, por un servicio total, por una vida entregada a Dios y a los hermanos, pero también extrañas otras cosas. No lo niegues. Dios no necesita que escondas tus sentimientos, sino que los pongas en sus manos. Él no quiere robarte nada; quiere llenarte de lo que realmente te hará plena.

Si hoy estás en el umbral de una decisión, no te precipites. Pero tampoco huyas. Haz silencio. Ora. Escucha. Y sobre todo, confía. La vocación no es un castigo ni una renuncia forzada; es una historia de amor escrita a mano por Dios para ti.

Y si al final descubres que tu vocación está en otro camino —en el matrimonio, en una vida laical comprometida, en una entrega silenciosa y fecunda— bendito sea Dios. Pero si descubres que estás llamada a ser toda de Él, no lo dudes por miedo. Dios no te pedirá más de lo que puedas dar; pero sí te pedirá todo tu corazón.

Aquí me tienes, orando por ti sin conocerte. No estás sola. Hay muchas como tú, buscadoras valientes, aprendiendo a escuchar en medio del ruido. El mundo necesita tu “sí”, sea cual sea. No por lo que harás, sino por lo que eres: una joven que se atreve a preguntar qué quiere Dios de su vida.

Con cariño sincero,
Una hermana que también dudó… y dijo sí.

1 Comentario

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Misioneras de la Evangelización
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.