Misioneras de la Evangelización

Somos un instituto de derecho pontificio. Nuestro fundador es el Siervo de Dios, Padre Vicente Idà.

¿Quiénes somos?

Somos un instituto de vida activa, dedicado a diferentes tipos de apostolado, especialmente a la catequesis, siguiendo los pasos de nuestro fundador, cuyo ardiente deseo siempre fue la predicación

Nuestro principal objetivo es llevar el mensaje de Cristo Señor, especialmente a los más necesitados. La Eucaristía es la fuente de la que emana nuestra vida apostólica. La contemplación y la acción caracterizan nuestro carisma.

Nuestros inicios

Nuestro Fundador, el P. Vicente Idà, cuando era párroco de Anoia Superiore en Reggio Calabria (Italia), comenzó a preparar a un grupo de jovencitas a una vida dedicada a un profundo amor a la Eucaristía y al apostolado misionero a través de la catequesis, y a otro grupo de jóvenes, llamados y en etapa de formación para el sacerdocio y la vida religiosa.

Las jóvenes, en número de doce, se llamaron «Las Hostias Vivientes» y,  aunque aún no habían entrado en el estado de vida religiosa, se comprometían con voto privado de virginidad.

Con este núcleo de «Hostias Vivientes» se inició la fundación en Anoia Superiore, RC, el 5 de agosto de 1939.

La primera mujer en guiar a las demás como superiora fue Pascualina Condò y, por lo tanto, es considerada cofundadora de la Congregación.

Continuamente el padre buscaba la aprobación de la naciente congregación que Mons. Pablo Albera, obispo de Mileto, tardó en dársela, quizás porque no creía en la bondad de la iniciativa.

La sumisión, la insistencia amorosa y la obediencia heroica de Padre Idà eran para el obispo un claro signo del hombre de Dios.

El obispo reconoció oficialmente a la comunidad femenina, a la que que llamó Pía Unión, según lo previsto por el Código de Derecho Canónico de 1917.

El nuevo obispo, Mons. Enrico Nicodemo, no solo se mostró favorable, reconociendo canónicamente la institución como Pía Asociación Laical, mediante decreto del 6 de diciembre de 1945, erigida en la parroquia de Santa María de la Asunción en Anoia Superiore, sino que también concedió el permiso de tener una capilla dentro de la casa con el Santísimo Sacramento y de llevar un hábito-uniforme.

El 1 de enero de 1951 el obispo aprobó nuestras constituciones.

Nuestra congregación de las Hermanas Misioneras del Catecismo Rural fue reconocida como asociación laical con fines de culto y religión mediante el Decreto Presidencial n.º 1642 del 6 de noviembre de 1960. La congregación permaneció bajo derecho diocesano hasta 1972.

El 25 de marzo de 1972, por Decreto N.º P144-1/71, la Santa Sede aceptó nuestra solicitud y sancionó la fusión de esta Congregación con la Congregación de las Hermanas de la Montaña, que eran diez y tenían su domicilio principal en la diócesis de Marsi en Aquila. (Constituciones #1).

Nuestro Carisma

Para realizar nuestro carisma en beneficio de nuestros hermanos, primero debemos sentirlo y vivirlo en nosotras mismas, amando apasionadamente a Jesús, pan de vida, y siguiendo el ejemplo de su Madre, la Virgen María, como hijas afectuosas y discípulas devotas.

Nuestro carisma se expresa a través de la conjugación de tres realidades: la Eucaristía, la vida fraterna que se nutre de comunión y servicio, y la misión de la evangelización. (Constituciones # 6,7,8).

Nuestra Espiritualidad

En la mente del Fundador, la espiritualidad es vida vivida coherente, con una orientación radical en la dirección de Dios y de los hermanos.

«Para sumergirnos en una empresa y optar por una solución como cristianos, es necesario refugiarse primero en Dios; para hablar y juzgar como cristianos, primero hay que descansar en Dios.

Para estar más presente en el mundo, la Misionera debe estar unida, orientada, feliz y realizada solo en Dios».

Nuestra vida se centra en:

Amor por Jesús

Para vivir nuestro carisma, debemos vivir de la Eucaristía.

Tener hambre y sed de la Palabra, saber ver y escuchar a Jesús en las palabras de la Sagrada Escritura, en las páginas de los Padres y Doctores de la Iglesia, verlo y amarlo en el Magisterio de la Iglesia, especialmente en las palabras del Papa.

«Solo al pie del altar la Misionera de la Evangelización aprenderá a amar a Jesús, a ser santa y a ser apóstoles de la santidad». (Constituciones 13)

Amor a la Madre del Verbo

Junto a María, Madre del Verbo, las Misioneras se convertirán como hijas afectuosas y discípulas devotas: vivirán con Ella y para Ella, como los Apóstoles en el Cenáculo, escuchando y conservando en sus corazones sus inefables palabras.

Amándola tiernamente, sirviéndola fielmente e imitándola cuidadosamente, el Espíritu Santo formará y hará crecer cada vez más en nosotras a Cristo, concebido y nacido de Ella.. (Constituciones 15)

Amor a la Iglesia

Así como Jesús, nuestro Señor, amó las almas y dio su vida por ellas, así también nosotros debemos amar a los demás, entregando nuestras vidas por ellos en un apostolado humilde, gozoso e incansable.

La Iglesia es el signo eficaz, sacramento de la esperanza redentora de Cristo. La Iglesia es la presencia visible y sacramental de Cristo glorioso e invisible. (Constituciones 16)

Emblema

El emblema, con la Divina Hostia rodeada por la corona del Rosario, mientras representa las pruebas supremas del amor de Dios en el don de la Eucaristía y de la Madre Divina, también simboliza las fortalezas supremas de la Iglesia y el amoroso cuidado de la Congregación. (Constituciones #10)

Lema

«Ave, verdadero cuerpo, nacido de María Virgen«

Es el lema propio de la Congregación, que debe animar y entusiasmar a las Misioneras a santificarse y a trabajar en unión con María, para la gloria de Jesús Sacramentado y en beneficio de las almas. (Constituciones 9)

Nuestros protectores

Madre del Buen Consejo

  26 de abril

San José

19 de marzo

Santa Verónica Giuliani

    9 de julio

Santa Gema Galgani

  11 de abril

Santa Bernardita Soubirous

   11 de febrero

¿Dónde estamos?

Italia

Italia

México

México

Flipinas

Filipinas

Jerusalem

Israel

Kenia

Kenia

Argentina

Argentina

Madagascar

Madagascar

«La vida religiosa no es uniformidad, sino comunión en el Espíritu Santo»

Padre Vicente Idà, Fundador